2. Kant: no somos receptores pasivos sino intérpretes activos
Los filósofos racionalistas, a la hora de analizar el conocimiento humano, ponían
el acento en aquello que aporta el sujeto: sus a priori o elementos innatos. Los filósofos empiristas, contrariamente, ponían
el acento en la fuerza de los hechos, considerando que sólo es fiable aquella idea que procede de impresiones. El filósofo alemán Immanuel
KANT (1724/1802) argumenta que
ni racionalismo ni empirismo armonizan con la física de Newton: no son capaces de explicar el hecho científico.
El
conocimiento es resultado de una
interacción entre experiencia y razón. La
experiencia es imprescindible:
aporta datos, elementos materiales; la
razón, con sus elementos formales y a priori, los
estructura, los hace inteligibles. Razón y experiencia encajan en el proceso de conocimiento. Así, el ser humano
no es un receptor pasivo de los estímulos que provienen del mundo,
sino un intérprete activo. No vemos el mundo, vemos nuestro mundo:
nos proyectamos en nuestro conocimiento de las cosas.